
Ella era ya una profesional, yo apenas había terminado la preparatoria. Ella rondaba los veintiséis, pero era más jovial que yo, que apenas alcanzaba los dieciocho. Ella le sabía al micrófono, yo solo creía saber. Pero así y todo, aceptó acompañarme en aquella, una de mis primeras aventuras en el aire.
Habría merecido un pago por aquellas noches sabatinas en la W a las que acudía puntualmente acompañada de su novio, ‘el Pollo‘ para nosotros, con quien le veríamos casarse pronto. Pero nuestro paso fue fugaz y nunca vio un centavo por aquellas esforzadas horas de radio. Fue muy generosa.
Su carisma, su risa franca, su sinceridad, su preocupación por ayudar a cuantos pudiera, la hacían única, al aire y fuera del aire. Y hoy, la hacen inolvidable e irrepetible.
Me enteré de su partida un poco tarde y lamenté no haberle dado nunca las gracias ni haberle expresado mi admiración y mi cariño. Dejó tal huella en mí, como en sus alumnos, en sus amigos y en su familia, que las palabras no alcanzan para describirlo.
Lamenté también no encontrar alguna foto de aquellos días. Pero encontré algunos de nuestros casetes: seis viejas cintas de aquellos escasos pero gratos programas a su lado. Los escucho y me digo: ¡Pero en qué estaba yo pensando! ¡Qué paro me hiciste, amiga! ¡Qué habría hecho yo sin ti, Marygel!
Las grabaciones están incompletas y un poco deshilachadas. Sobrevivieron treinta y dos años hasta que esta semana las volví a recorrer para capturarlas y vivir la emoción de recordarla. Qué maravilla es volver a aquellos tiempos para evocar el tesoro de su hermosa voz y de aquella risa inconfundible que tanta alegría nos dio a tantos.
¿La recordamos juntos?
¡Hasta siempre, querida Marygel!
2 comentarios
Que maravilla que conserves su voz para recordarla!!
Abrazo fuerte mi querido Héctor!!
Años, momentos y personas inolvidables!!
Por ahí en alguno de estos programas aparecen también Paty y tú; en llamadas telefónicas donde nos echan porras. ¡Cuán grato ha sido recordarles también! Un abrazo enorme para los dos.